martes, 21 de enero de 2014

Dos libros para evadirse: El médico y La ladrona de libros

        [Con esta recomendación de Marta Maroto, a la que agradecemos su colaboración, inauguramos una sección en la que esperamos que participen padres, profesores y, por supuesto, alumnos]
      
  Es curioso que el final del año 2013 y el comienzo del 2014 tengan en común el estreno de dos películas basadas en dos de las novelas que he recomendado leer en alguna ocasión. El 25 de diciembre se estrenó en España El médico, cuyo guión ha tratado de concentrar en dos horas y media los numerosos avatares que protagonizó Rob J. Cole a lo largo de las páginas que Noah Gordon escribió a mediados de los ochenta. La historia está ambientada en el siglo XI, entre Inglaterra y Persia, con un largo viaje incluido. El médico es de esas novelas que no quieres que termine nunca y de la que no solo extraes lecciones de Historia, Geografía o Anatomía, sino lecciones morales y alguna invitación a reflexionar sobre las consecuencias que ciertas leyes, creencias o prohibiciones tienen no solo durante su aplicación, sino a lo largo de varias generaciones.

     El 10 de enero se ha estrenado La ladrona de libros. En este caso la película se basa en una novela de Markus Zusak clasificada como literatura juvenil, calificación con la que discrepo, como en muchas ocasiones. Es un texto curioso desde el principio, ya que en su arranque la narradora se presenta a sí misma, quizá por ser una narradora muy poco habitual. Y lo es también porque además de protagonizarlo varios personajes, las palabras y los libros tienen un papel relevante desde el título de la novela hasta el final de la misma. Es meritorio que, aunque la historia transcurre en la “noveladísima” segunda guerra mundial, el autor haya conseguido darnos otro punto de vista de la barbarie.
     Son numerosos los lectores que se desilusionan cuando ven una película después de haber leído el libro que la inspiró, aunque también los hay que agradecen un nuevo punto de vista, parecido o no, al que ellos imaginaron leyendo el libro. También son numerosos los cinéfilos que, tras ver una película, leen el libro homónimo, para profundizar en la historia, para comparar o porque alguien les recomienda que lo hagan.
      Tanto si has visto estas dos películas como si no, recomiendo que leas los textos originales. Si algo tienen de especial este tipo de relatos es que te hacen sentir parte de la historia que en ellos se cuenta y, si te apetece vivir por unos días en el siglo XI o en los duros años de la primera mitad del siglo XX, abre las páginas de estos dos libros y disfruta.

        MARTA MAROTO


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