miércoles, 27 de noviembre de 2013

El último encuentro, de Sándor Márai

                       El café de los jueves                      
                                                  
       El 12 de diciembre, a la hora habitual, se celebrará una nueva edición de El café de los jueves, dedicada a El último encuentro, una novela de Sándor Márai (1900-1989).
      Márai nació en Kassa antes de que se derrumbara el inmenso Imperio Austrohúngaro y pasara a formar parte de la actual Eslovaquia. Aunque dominaba también el alemán, escribió sus obras en húngaro, su lengua materna, y alcanzó en su tierra un notable éxito que se propagó por toda Europa a través de traducciones hoy a veces desconocidas. Sin embargo, su buena estrella se apagó o se debilitó con la Segunda Guerra Mundial y el posterior dominio comunista en Hungría. Las autoridades lo tacharon de escritor burgués y elitista, y soslayaron su literatura. Como tantos otros artistas del Este de Europa durante la época soviética, Márai emigró a EEUU en 1948. Allí se suicidó en 1989.
     Sus novelas, olvidadas durante largo tiempo, han reaparecido con gran éxito en los últimos años, al menos en España. Una de ellas es El último encuentro, escrita en 1942 y publicada en castellano por  Salamandra. Así nos invita esta editorial a su lectura:


   El último encuentro, de Sándor Márai
    La búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte ético imprescindible para sobrellevar el transcurso de una vida, está en el centro de esta novela magistral, que tras permanecer en el olvido durante más de cincuenta años fue rescatada por la prestigiosa editorial italiana Adelphi y se colocó rápidamente en el primer puesto de las listas de libros más vendidos de Italia. La tremenda exactitud de su prosa, apenas atemperada con un barniz de refinada melancolía, unida a la vigencia de sus propuestas morales, sitúa a Sándor Márai entre los grandes escritores europeos de este siglo. Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron elegantes veladas y cuyos salones decorados al estilo francés se llenaban de la música de Chopin, ha cambiado radicalmente de aspecto.
El esplendor de antaño ya no existe, todo anuncia el final de una época. Dos hombres mayores, que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer. La tensión aumenta, línea tras línea, hasta que se hace casi insoportable, pero la prosa continúa, implacable, precisa, fiel reflejo del empeño de los protagonistas por hurgar hasta en lo más recóndito de sus almas, allí donde se encuentran esas verdades cuyo descubrimiento provoca, al mismo tiempo, un insoslayable dolor y un incontenible impulso vital.

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